domingo, 29 de diciembre de 2013

NUESTROS TRES CUERPOS y su Alimentación Equilibrada


Hablar de nuestros tres cuerpos es hablar del ser integral, conformado por el cuerpo físico,  el Cuerpo moral (álmico)  y el Cuerpo Espiritual. Cada uno tiene una alimentación específica, son como tres círculos incrustados uno dentro del otro girando cada uno como los planetas, alrededor del sol y los satélites sobre los planetas. Sin embargo para que giren armónicamente, el balance se va realizando conforme al estado de consciencia divina del individuo.
Como entes de luz que somos, el objetivo es integrarnos nuevamente, conscientemente a la fuente original, para lograrlo hay que buscar el camino que nos trajo aquí, es decir: quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos; el despertar del ser humano.
El despertar del ser humano es estar conscientes que en este plano terrenal estamos prisioneros dentro de un cuerpo material, dentro del cuerpo material hay un alma y dentro del alma mora el Espíritu, esa chispa divina que nos da la vida.
Por lo tanto es obvio que cada cuerpo para desarrollarse se alimente cada uno de acuerdo a su propia esencia y al mismo tiempo “sostener” el crecimiento del siguiente para que halla un avance integral de los tres cuerpos. Mente sana, en cuerpo sano.
Por nuestra ubicación en el plano físico estamos constituidos por tres cuerpos diferentes que son: materia, alma y espíritu, cada uno independiente por una “barrera”  que hay que derribar (con conocimiento) para sostener el desarrollo del siguiente cuerpo.
El cuerpo humano (materia) es el templo donde moran los tres cuerpos, por ello la alimentación completa debe ser integral para los tres cuerpos. Para mantener el vehículo físico en buen estado hay que alimentarlo correctamente, con solidos, líquidos y aire, para el avance y desarrollo de los otros dos.
El cuerpo físico por naturaleza, es el cuerpo de los deseos, del instinto animal, que busca satisfactores que lo hagan sentir cómodo, es el  potro salvaje que hay que domar. Para dominarlo, primeramente necesitamos de la buena intención, seguida de una firme voluntad, el estudio y dominio de las facultades que nos doto el Supremo Creador.
El segundo cuerpo (Alma) es el “mediador plástico” entre el cuerpo físico y el cuerpo espiritual. Este cuerpo es la balanza que marca  nuestros actos y según usemos el libre albedrio nuestra alma crece (alma grande) o decrece.
El alimento del alma se basa en los principios de moral y de justicia que han sido revelados por el Supremo creador a los MAESTROS INSTRUCTORES  quienes a través de los libros sagrados  han dejado plasmado en las diferentes filosofías del mundo, la forma según su fe, la misión de educación y re-educación de la humanidad. 
El alma es como el cordón de equilibrio por sobre el que hay que cruzar un precipicio, es la prueba que hay que superar para llegar al objetivo. El Alma (nefesh) es la conciencia natural de la vida sin la comprensión superior de los mundos que han precedido a este  y los mundos venideros. El Alma debe pasar a través de muchas formaciones, transformaciones y renacimientos para poder integrarse a la conciencia divina del sobreser. Cuando uno esta consciente que el Alma no es lo mismo que el espíritu (Ruach) pide la asistencia superior de la Deidad para alcanzar verdadero conocimiento y verdadera sabiduría. En ese momento, el Ruach como “el espíritu” de la razón superior, es dado por Dios para la inspiración y el entendimiento de los niveles múltiples de la mente Divina. Finalmente cuando el espíritu (Ruach) y el Alma  (Nefesh) se sintetizan, los anhelos superiores de la unión crean el Alma Soberana de Luz (“Neshamah”) que es llamada a la Luz para engendrar los frutos de la divinidad  y ungir a aquellos llamados a la obra de la Mente Divina.
Finalmente, para la integración y formación de la unidad Alma-Espíritu requiere el equilibrio entre el primer y segundo cuerpo de la triada divina; (Heb. 4:12; 1Cor. 15:44; 1 Tes. 5:23).
Es pues manteniendo el equilibrio entre estos tres cuerpos como podremos avanzar mas rápido a la meta que anhelamos llegar, cumpliendo con las responsabilidades materiales que incluyen al sustento y formación de una familia sana y al trabajo personal para el desarrollo espiritual única fuente inagotable, inextinguible, inmortal y eterna.
Daniel Uriarte Urias

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